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Te llevo conmigo



Hoy almorcé, conversé, reí, y compartí un poco con ella, al despedirme y de regreso a casa me decía a mi mismo: ¿por qué siempre me queda la sensación de añoranza? ¿Será el momento de volver? Ella, la mujer que ha escrito la parte más importante de mi historia. Me enseña lo que es bueno y malo. Lo que uno nunca debe hacer. Algo he aprendido, apenas estoy en una parte de mi vida. Me enseña a levantar la cabeza y a reírme de todo. Me enseñó a cocinar, "porque uno nunca sabe", decía. Me castigó. Me engrió. Alguna vez lo hizo, ya no lo hace, ahora me tolera mucho. Mi Madre.

Mañana viaja a argentina por trabajo. Ella sabe bien que a ninguno de los dos nos gusta estar lejos el uno del otro. Quizá yo exagero, pero algo es preciso, la voy a extrañar. Ella sabe perfectamente que no me gusta del todo los sentimentalismos. A veces suelo ser seco con ella, pero siempre puedo sentir lo seguro y tibio que es abrazarla.

Yo aprendo de ella. Es fuerte. La primera vez que sentí su dolor guardado por tanto tiempo fue cuando pase vacaciones lejos de ella, sólo serían tres meses... que para ella habrán sido tres años sin verme, y es que nunca hemos estado tanto tiempo sin vernos. Sentía tristeza en sus palabras cuando hablaba con ella. Y también me sentía triste por no verla. Aunque estaba muy bien, finalmente me decidí a regresar dos semanas antes de lo previsto.

Ella es la mujer que admiro, que quiero. Que a veces olvido saludar por su día o por su cumpleaños. Sabe que soy muy distraído. Que me disculpe por eso. La adoro, lo sabe.

Pero el año pasado por casualidad o destino conocí a otra mujer. Una que no creció conmigo. Que vino de un lugar que no conozco. Que me miró suavemente y sin parpadear. Que parecía tener cosas en común sin antes haberle dicho algo...
Mientras la miraba me preguntaba si ella sabía algo de mí o no. Hubiese preferido que sí, para que no se me acercara, pero tampoco podía entender si era muy frágil o muy fuerte porque seguía ahí, mirándome como esperando algo más de mí. Y tratando de entenderla... me enamoré.

Cada vez que la veía quería decirle que ella estaba marcando un nuevo punto de partida en mi vida. Que se había convertido en ese motivo necesario en mi desordenada y casi abandonada vida, pero no me atrevía. Sin embargo, después de un tiempo y con un poco de ayuda fui correspondido.

Creo que las perfectas historias de amor son solo para los libros y las novelas de señoras. Las que escribimos en las calles son las más duras. Las más difíciles y verdaderas. El amor duele. La distancia duele. Las palabras también duelen. El silencio a veces duele más. Pero el amor nunca dejará de ser lo que nos hace respirar. Escribir. Leer. Soñar. También...

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